jueves, 28 de octubre de 2010

Generacion Desencantada

Estamos Enfermos De Desencanto, Nos Convencimos De Que Nada Tiene Sentido, Que No Vale La pena Luchar Por Nada Porque Nada Vale La Pena. Si No Podemos Encantarnos Con La Vida, Estamos Fracasando

La Vida No Perdio Su Encanto. Fumos Nosotros Los Que Perdimos El Gusto Por La Vida. Perdomos La Inocencia, La Capacidad de Asombro. La Fe En El Futuro.
Perdimos La Iniciativa. El Hambre De Progreso. Las Ganas de Cambiar Lo Que Hay Que Cambiar.
El Desencanto Es La Mejor Arma De Los Mas Corruptos, De Los Villanos De La Historia. El Desencanto Nos Aisla, Nos Encierra, Nos Separa, Nos Vacia De Sueños.
Una Generacion Desencantada Es Una Generacion De Muertos En Vida.
Para Volver A Encontrarse, Para Volver  A Creer En La Magia, Esa Generacion Debe Saber Que No Esta Sola.
Debe Saber Que Es Necesaria, Importante, Decisiva Para Otras Generaciones, Pasadas Y Futuras.
Debes Saber Que Lo Que Encanta De La Vida, No Es El Mundo Que Se Recibio, Sino El Que Podemos Dejar.
Para Encontrarce Con La Vida Una Generacion Necesita Rebelarse.
El Desencanto Se Contagia Facil, Y El Encanto Es Un Trabajo de Hormigas. El Enacanto, Nos Necesita A Todos Haciendo Lo Que Amamos, Y Amando Lo Que Hacemos.
Mientras Bombardean A Una Generacion Desencantada, Aca Hay Otra Generacion Encantada Con La Vida Y Con La Realizacion De Sus Sueños.

martes, 26 de octubre de 2010

La casa de arena por Noemí Vilaja



Hay historias que nadie conoce, experiencias vividas que a uno lo hacen reflexionar o simplemente animarse a traspasar esa pequeña línea entre el mundo real y el sobrenatural.
Quisiera no empezar desde los sucesos extraños sino desde el comienzo.
En el verano del 87 nos mudamos a una casa al frente del mar, una hermosa casa, con diseño extraño, pero hermosa al fin, era amplia y tenía una muy linda vista.
Yo tenía dieciocho años y tenía dos hermanitos más pequeños, era la primera vez que me tocaba una habitación para mi solo y me sentía muy emocionado.
La quinta noche después de la mudanza, lo recuerdo muy bien, me acosté muy temprano puesto que estaba muy cansado; cuando comenzaba a caer en el sueño oí una voz muy dulce, muy hermosa y cantaba una canción extraña, en mí pensé que era alguien que caminaba por la playa, la noche era muy hermosa, pero luego la oí con mas fuerza como si cantara en mi habitación y pronunciara mi nombre, sentía el cuerpo pesado y los párpados aún más; pero logré levantarme y cuando abrí los ojos no había nadie ni en mi habitación, ni en la playa.
Así pasó mucho tiempo, cada noche oía esa voz cantar, pronunciar mi nombre y llamarme, yo no comprendía el porqué…
Cuando cumplí diecinueve años, sucedió algo más extraño que lo de siempre; como todas la noches oí la voz, pero cuando abrí los ojos vi la figura de una mujer, a la luz de la luna se podía ver que tenía un cabello largo y rubio, tenía un vestido andrajoso y estaba descalza, no pude ver su rostro pero cuando me dispuse a hablar con ella, simplemente desapareció ante mis ojos.
Al día siguiente les conté a mis padres acerca de lo que me había ocurrido pero ellos dijeron que había sido producto del cansancio, pero yo estaba seguro de que era algo más.
Llegaba nuevamente la noche y yo esperaba ansiosamente la aparición de aquella mujer; era una noche de luna llena, el mar estaba quieto y corría una brisa ligera. Me acosté y cuando caía en el sueño, apareció…
Nuevamente pude verla y oí su canto, pero su canto no era en canto, sino un lamento, no quise asustarla, aunque más asustado estaba yo, le hablé y la pregunté por qué lloraba y ella no respondió, pero me tomó de la mano, sus manos eran frías y delgadas. Al momento en que me tomó de la mano mi casa, mis cosas, todo desapareció y yo quedé perplejo. Estábamos en una habitación, había una cama con sábanas blancas, las paredes de esta casa eran solo de arena y se oían lamentos, llantos y gritos de furia.Yo estaba realmente asustado, cuando ella me miró, retrocedí hasta dar con la cama, ella se descubrió el rostro que estaba detrás de esa cabellera rubia. La luz de la luna la alumbraba y pude verla… fue el susto más grande de mi vida, tenía el rostro desfigurado y aún con toda la luz del mundo no se podría quitar ese aire de tinieblas que había en ella.
Nuevamente me tomó de la mano, yo realmente estaba fuera de mi mismo no sentía ni frío ni calor, estaba horrorizado, cuando me tomó de la mano me mostró algo…
Me encontraba en la playa y vi una joven muy hermosa con el mismo cabello que aquella chica desfigurada, esta joven cantaba, parecía estar alegre, pero de pronto apareció un hombre de unos cuarenta años; ella corrió y corrió( yo los seguía ninguno parecía verme) hasta que tropezó con la arena y el cansancio, entonces este hombre la tomó para sí de forma bestial, ella se resistía pero el la sometió a golpes, luego de unos minutos la belleza de su rostro había escapado y la luz de sus ojos ya había muerto, yo no podía hacer nada, no me estaba permitido, sólo…contemplaba esta horrible escena con mis ojos ya desorbitados. Pero esto no era todo…

El hombre quedó paralizado por unos minutos y luego se dispuso a cavar en la arena, lo hacia frenéticamente, y al cabo de un tiempo ya había logrado hacer un hueco, tomó el cuerpo de la joven, lo metió, cubrió el agujero con arena y aquel hombre huyó.
Después de haber presenciado todo esto me encontraba nuevamente en aquella casa de arena, la joven rubia estaba recostada en la cama, y un abrir y cerrar de ojos me arrastró entre sus sábanas, me encontraba a su lado, mi cuerpo estaba tan frío como el de ella, me animé a preguntarle si lo que había visto era su historia y ella me dijo: -“eso ya no importa, para mi la vida está tan lejos como la muerte, y esta casa de arena es mi compañera, nadie sabe de esta casa ni lo que ella encierra, cada habitación es una cárcel que encierra un alma y su historia, la casa de arena no existe, es solo para el que la entienda, para el que pueda encontrar la libertad del amor que en ella se extiende”-…

domingo, 12 de septiembre de 2010

"Una historia que nadie tiene en cuenta" Por Danilo Pesce


Jazmín y Matías eran dos personas de las veinte que habían egresado de la escuela secundaria y realizaron un viaje a Inglaterra, ellos sólo se conocían por ser compañeros de curso. Y nunca se les hubiera ocurrido lo que les iba a pasar.
Era una mañana espléndida en el hotel, eran las 10:45 y ellos habían llegado a las 10 en punto, estaban desempacando las cosas para acomodarlas en el dicho hotel, luego, tenían acordado reunirse para realizar una excursión, como sólo se quedaban una semana, querían conocer todo. Jazmín iba con sus tres amigas mirando los paisajes, sentadas en los asientos del colectivo, sacando fotos, contemplando lo más posible ya que sabían que llegarían a un parque lejano de la ciudad. Mientras tanto Matías iba paveando como de costumbre.
Llegaron al parque, bajaron del colectivo y organizaron un caminata que comenzó a las 13:30 y terminó a las 22:40 (estaban todos muy cansados pero se habían divertido) volvieron a reunirse y el colectivo no llegaba; llamaron al chofer para asegurarse de que venía, por suerte contestó y dijo que estaba en camino, pasó mucho tiempo y empezó a hacer frío, estaba muy oscuro, ya no se escuchaban sonidos y para ser exactos eran las 2:30 a.m. Los chicos empezaron a impacientarse, estaban un poco asustados por el tiempo que había pasado, en eso Matías le preguntó a jazmín – ¿Qué hora es?- Jazmín respondió: - Las 2:35- Entonces Matías le habla de nuevo diciendo: -Aah porque el bondi no llega y me parece que ya es tarde -.
Justo en el momento en que habían terminado de hablar escucharon un ruido muy fuerte, como un choque, pero muy cerca, fueron a investigar y encontraron el colectivo intacto y oscuro; forzaron la puerta para abrir y encontraron al chofer muerto en el piso con un papel en la mano “-les queda poco tiempo apresúrense-“. Todos alterados bajaron del colectivo y corrieron lo más lejos posible, llegaron a un lugar que era como un claro entre los árboles, en eso, escucharon un grito; se dieron vuelta y notaron algo raro, eran menos que antes. Se contaron, faltaban diez de sus compañeros, los buscaron hasta cansarse, entonces a Matías se le ocurrió volver al hotel caminando, pero era muy lejos, entonces Jazmín dijo que si alguien sabía manejar podían volver conduciendo el colectivo. Cuando llegaron de nuevo frente al colectivo, el chofer no estaba. Todos dudaron de la situación pero al estar tan asustados, por la desesperación de algunos, y por lo lejos que quedaba la ciudad, decidieron ir hacia el hotel. Cerraron las puertas del colectivo y se encendieron todas las luces solas, comenzó a conducirse solo, en sentido contrario al hotel (más dentro de la ruta donde había mucho espacio entre las ciudades) todos aterrados quisieron romper los vidrios o abrir las puertas, pisar los frenos y hasta conducirlo pero nada sirvió. No aguantaban más el miedo, Jazmín se largó a llorar, Matías la vio y le dijo que todo iba a estar bien. En el momento en que terminó de hablar, el colectivo paró y se le apagaron las luces, se abrieron las puertas y todos bajaron sintiendo un gran alivio. Uno de los compañeros llamado Michael se quedó en el colectivo tratando de hacerlo andar, en eso encontró un papel que decía: -“ahora les queda menos”. Subieron todos al colectivo bastante nerviosos y regresaron al hotel.
Llegaron bien, más aliviados que antes del que el colectivo hubiera perdido el control. Pasaron a pesar de todo una noche tranquila en el hotel, porque tenía demasiadas comodidades; pero antes de irse a acostar llamaron a la policía, reportando la desaparición de los diez chicos en el parque lejano de la ciudad.
Al día siguiente, todos se levantaron temprano para desayunar y dar un paseo por la ciudad, muy tensos por lo que habían pasado pero felices de poder conocer más. Todo esto ocurrió como si los chicos que habían desaparecido, siempre lo hubiesen estado. Pasearon, miraron, contemplaron, fotografiaron y memorizaron todo lo que habían visto. Cayó la tarde, bastante oscura para ser una tarde de verano, y comenzó a refrescar mucho, las calles se vaciaron de pronto y no se escuchaba ni un perro. Se quedaron viendo comercios cerrados que deberían estar abiertos y cuando quisieron darse cuenta, fue como si estuviesen ahora en otra realidad, como si estuviesen solos en el mundo o por lo menos en la ciudad. Michael fue el primero en desmayarse iniciando una cadena, hasta que quedaron solo Jazmín y Matías, quienes se miraron entre ellos y ella cayó bruscamente al piso seguida por él.
Se despertaron en un lugar oscuro y cerrado aunque había visibilidad, encendieron las luces y notaron que era un galpón con aspecto abandonado. Se dieron cuenta de que estaban atrapados pero faltaba alguien… estaban todos excepto Michael, al que lo encontraron colgado de una soga, ahorcado y sangrando. Todas las chicas lloraron de miedo y angustia y los chicos todos callados, no sabían qué decir. Pudieron encontrar la salida, salieron del lugar y afuera era de día pero había mucha neblina y poca visibilidad. Buscaron el colectivo, lo encontraron y fueron recorriendo una ciudad desolada sin gente y abandonada, pero como si recién la hubieran dejado porque porque conservaba la limpieza de una ciudad como la de un país como Inglaterra, de pronto vieron que una escuela tenía las luces encendidas, y las ventanas y puertas abiertas, parecía inofensiva pero, aparte, era el único lugar con calefacción y luz que encontraron. Entraron, se acomodaron, porque el hotel estaba lejos y no recordaban bien el camino, se quedaron allí esperando señales vitales además de las de ellos mismos; pero no hubo nada. Pasaron horas y nada, nada vieron ni oyeron, ya eran las 20hs y empezó a oscurecer inexplicablemente rápido. Las ventanas y las puertas se cerraron y las luces alumbraban menos, por esto, los nervios aumentaron demasiado, ¿ya con lo que pasaron no les era suficiente? Unos minutos después se oyeron ruidos muy extraños como si alguien estuviera dando vueltas allí, buscando algo; provenía de un aula que parecía que la hubiesen estado remodelando sin haberla terminado, los chicos fueron todos juntos hacia el aula, cuando llegaron los sonidos cesaron pero se sentía la presencia de alguien allí. Ya que no podían salir decidieron pasar la noche en el gimnasio de la escuela, trataron de tranquilizarse un poco para poder descansar.
Por la mañana, todavía estaban encerrados. Dos chicos llamados Mariano y Dana, fueron a recorrer la escuela porque estaban aburridos; llegaron a la puerta del aula abandonada y entraron por curiosidad, ella no quería pero él la convenció. Los chicos en el gimnasio ya empezaban a preocuparse porque Mariano y Dana no volvían, como eran tan impacientes, los fueron a buscar; recorrieron casi toda la escuela menos esa aula que fue lo último que se les hubiera ocurrido. Así que fueron, entraron, y todos sintieron nuevamente esa presencia extraña, revisaron todo, hasta que llegaron a un armario que parecía cerrado, lo abrieron y hallaron a Dana y a Mariano asesinados a cuchillazos, con un papel que decía: -“ya estaban avisados y ahora no hay vuelta atrás”-. Justo en ese momento se escuchó un grito que fue casi imposible de caracterizar, todos se alteraron muchísimo, daban vueltas sin saber qué hacer, desaparecieron de la nada cuatro chicos más después de ese grito y dos eran las amigas de Jazmín. Ahora estaban Matías, Jazmín y Nicole quienes pasaron toda la noche, despiertos y aterrados. En la mañana se escuchó un ruido como si se cayera una chapa y por suerte eran las puertas y ventanas que comenzaron a abrirse de golpe, los chicos no sabían si asustarse o ponerse felices, entonces fueron hacia la puerta principal, estaba abierta, salieron a la calle donde seguía la neblina, el frío, todo desolado, silencioso: aunque a ellos lo que más les importó fue poder salir de ahí, eran solo tres, de pronto se vieron sobre un techo de un edificio como si hubieran aparecido de la nada allí; miraron hacia abajo y vieron gente, autos, escucharon ruidos de autos; al suceder esto se tranquilizaron, bajaron por la escalera de emergencia en un costado del edificio y le pidieron a alguna persona si los podía llevar hacia el hotel de regreso; con mucha amabilidad un señor que pasaba por allí se ofreció; tenía un aspecto serio, bien vestido, de poco hablar. En el camino no se cruzaron ni una palabra.
Llegaron al hotel los tres y fueron derecho a sus habitaciones, Matías se encontró con una habitación donde había cosas de él y no de sus dos compañeros, al igual que Jazmín y Nicole, solo estaban sus cosas y no las de su otra amiga. Los tres fueron a preguntar a recepción por las maletas de sus amigos y compañeros, pero los recepcionistas no supieron qué decirles, no había nada y lo único que pudieron decir fue que solo se habían anotado ellos tres y nadie más por dos habitaciones y que nadie más iba con ellos.
Nicole les dijo a Matías y a Jazmín que podían llamar a los padres de sus compañeros, pero Jazmín no quiso porque pensó que era una mala noticia decirle a los padres que sus hijos habían muerto en el viaje y no saber ni dónde estaban, pero Matías, aunque estaba de acuerdo con la opinión de Jazmín, pensó que había que hacerlo igual. Llamaron a los padres uno por uno, y todos respondieron lo mismo…, no haber tenido nunca hijos con ese nombre o nunca haberlos tenido. Los chicos no sabían qué explicarse o qué decir, estaban atónitos por lo que escuchaban.
Faltaba un día para volver y no recibieron ni una llamada de sus padres. Pasaron una noche tranquila.
A la mañana siguiente empacaron todo, haciendo un silencio muy incómodo y molesto, estaban muy preocupados por sus compañeros y por lo que les pasó. Fueron al aeropuerto, subieron al avión, pero estaban todos los asientos ocupados donde se suponía que se sentarían sus compañeros, solo había tres asientos donde les tocaba sentarse a ellos y desde allí viajaron sin problema hasta sus hogares.
Matías llegó a su casa, estaba la puerta abierta, llamó a sus padres muchas veces y no respondieron; fue hacia la habitación de ellos y los encontró muertos sin ninguna señal de daño físico, sólo un papel que decía: -¡No me digas que no te advertí!-, fue corriendo a buscar la dirección de Jazmín en la guía telefónica, porque Nicole se había quedado con Jazmín para que la llevaran hacia su casa. Matías encontró la dirección y salió volando, llegó y, al igual que en su casa, la puerta estaba abierta. Entró y se encontró a Jazmín llorando en el piso y estaba sola y dijo: - ¡Matías!... ¡Ellos ya no están Se fueron y yo sigo!- Matías entró en las habitaciones y halló a los padres de Jazmín en la cama muertos. Jazmín le dijo a Matías: -en el baño-, Matías fue y encontró a Nicole muerta, ahorcada colgando del techo del baño con un papel más que decía: - ahora te toca a vos y no hay nada más que hacer-. Jazmín salió al patio de la casa a tomar algo de aire y Matías se quedó adentro revisando, en eso Jazmín comenzó a gritar desesperadamente, cuando Matías salió al patio la encontró muy herida como si la hubiesen querido acuchillar; pero gracias a que Matías llegó allí a tiempo, ella no llegó a morir; pero sus cortadas eran muy profundas que perdió sangre muy rápidamente, pero puso su mano en el bolsillo y sacó un papel, se lo dio a Matías, él lo leyó: - ¿para qué evitarlo si ya no te queda nada?-. Matías, desesperado, llamó a la policía porque fue lo primero que se le ocurrió. Cuando llegó la policía encontraron al cuerpo de Matías decapitado y con un papel junto a él que decía: -¡cuídense porque yo no he terminado!-

"Ella" por Priscila Cobiaga, Belén Maliqueo, Micaela Rausch, Amira Rocha y Sofía Méndez


-¡Isabella te dije que no!-Le grité
-¿Te pensás que no se da cuanta?
-Perdón Agus-Me responde con una voz sumisa.
-Es como que yo te diga que Benja no se da cuenta que gustas de él-Le respondí enojada.
Así comenzó nuestra tarde del sábado, estábamos en casa, me puse a preparar la chocolatada, Mía llegaría en cualquier momento. Después de un rato llegó Mía, nos sentamos a tomar la chocolatada, en ese momento escuchamos que algo de la habitación se había caído al suelo, cuando fui era una cajita de plástico con marcadores, al voltear “ella” estaba ahí, estaba sentada mirándome, me fui corriendo.
Las chicas me preguntaron qué me había pasado, y no sabía qué decirles, me tratarían de loca, así que solo dije que me había golpeado.
-Bueno les sigo contando-Dijo Mía
Pero yo no podía de dejar de pensar en “ella”, esa mujer que había en la habitación, es imposible, ella murió, yo la vi morir; ella estaba enterrada en el cementerio, ella estaba…en mi habitación. No podía quitar de mi mente su mirada, en su forma tranquila de mirar, como si no le sorprendiera que yo la hubiera visto.
Isabella se fue. Mía se quedó a dormir.
No me animaba a contarle a ella lo que me había pasado, pero se dio cuanta que algo no andaba bien.
-Ya fue Agus, ¿me vas a decir qué te pasa?-Dijo Mía
-No, porque no me pasa nada-Respondí tratando de poner una cara de seguridad
-Bueno, si querés que te diga que te creo, te lo digo-Argumentó Mía
-Si te vas a enojar por eso, te cuento, pero…prometéme que no se lo vas a decir a nadie.
En mi interior me moría de ganas de contárselo, pero y… ¿Si no me creía? Le conté todo con lujo de detalles.
Mía al principio me miraba con cara rara, pero después esa cara cambió a espanto y luego a confusión.
¿Se fue?-Sí, ya no está más aquí-Me contesté a mi misma tratando de convérsenme que era lo mejor.
Hoy creo que va a ser la primera noche que voy a poder dormir.
Ella se fue, ya hace 10 años de su muerte el próximo mes y aún seguía aquí como el primer día que tiró la caja con marcadores.
Ella era mi tía, es común que la extrañe, ella murió el 22 de julio del 2000 a las 14:35 de la tarde, estaba internada en la habitación 6, en la cama que estaba al lado de la ventana. Yo tenía solo 14 años y jamás de olvidé de ella, jamás.
Pero se había marchado, hasta que un día escuché su voz llamándome.
-Hola, ¿como estás?-Dijo muy tranquila
-¿Por qué no me contestas?-Su voz se hacía más fuerte.
Salí de un salto de la cama me puse las ojotas, la bata y salí de mi habitación, primero pensé que solo era un sueño, que era normal después de tantas noches sin dormir, así que fui al baño y me lavé la cara diciéndome a mi misma que ella no estaba, que ella se había ido, que estaba muerta.
Mi cara mojada impedía que mis ojos se abrieran, así que cuando sequé mi cara, ella estaba ahí.
Solo menciono que estaba distinta, y yo le dije que se marchara que no la quería ver. Y con los ojos llorosos se desvaneció en el aire, hoy solo quiero que vuelva.

Que vuelva como el primer día.

"El Misterio de Lucía" por Antonella Fermín, Julieta Sanz y Fernanda Núñez


Una noche una joven llamada Lucía se encontraba en su habitación investigando en Internet sobre una niña, Samanta Glace; ya que todos los días a las 00:00 hs la llamaba por teléfono y le decía:
-¿Querés jugar conmigo? Si no jugás conmigo morirás…
Como Lucía era muy miedosa y siempre se creía todo, no quiso contarles a sus padres lo sucedido, seguramente se reirían. Entonces averiguó ella misma qué era lo que pasaba.
En su búsqueda encontró que la chica que siempre llamaba vivía en esa casa tan linda, la cual se encontraba totalmente quemada. Nada era lo que parecía ser…
Samanta había muerto incendiada en su casa cuando jugaba con sus amigos con fuego.
Lucía no entendía por qué la veía diferente. Entonces decidió ir a fijarse si quizás otra familia vivía ahí y la niña no era la que había muerto.
Cuando llegó la vio a Samanta ya que era igual a la de la imagen de su computadora. Lucia se asustó y quedó inmóvil. Pero sla cara angelical de la niña la tranquilizó y pensó que seguro había exagerado, entonces le sonrió y entró a jugar con ella.
Desde ese día nadie más supo nada de Lucía.

“MI PERSEVERANCIA, MI ERROR” por Silvina Barril


Esta es la historia de Hernán un adolescente de 19 años.
Era un día como todos. La mañana del 30 de Octubre del 2021 Hernán se levantó, se bañó y se vistió, se cepilló los dientes, y como de costumbre desayunó mientras escuchaba la radio “Radio Mitreee... La temperatura de hoy, máxima -6º mínima -9º, con una sensación térmica de -11º. Hernán se abrigó bien, tomó sus libros y se fue a la facultad de medicina, él quería ser cirujano desde los 9 años, en la escuela tenían un trabajo práctico diferente asignado para cada uno, a él le tocó “Hospitales del Pasado”, tenía que hacer un informe  sobre cómo se realizaban las cirugías y cómo eran los métodos que se usaban antes. Su profesor le aconsejó que visitara el viejo hospital abandonado hace 50 años, a ver si encontraba algo interesante.
Salió de la escuela y caminó hacia el hospital, atravesó calles angostas y muy silenciosas, parecía un barrio deshabitado pero no lo era, gente pasaba y lo miraba de una forma muy particular. Hernán no era un niño, pero sentía miedo, no sabía si temblaba por el frío que había, o  por el miedo. Se le congelaban las orejas y la nariz por la humedad,. Sin saber por qué, pasó por la tienda de armas, compró un revólver y dos cartuchos de balas.
Al llegar al hospital se le cruzó una anciana que lo miró de forma rara, como la gente de ese silencioso barrio.
- No entres, cosas terribles te sucederán si entras ahí.
- No señora, yo no creo en esas cosas, dijo tembloroso, además lo tengo que hacer, quiero recibirme de cirujano.
La anciana se alejó gritando con una vocecita que hizo que a Hernán se le pusiera la piel de gallina.
- Confusiones te sucederán. Dijo la anciana.
El siguió caminando, la voz de la anciana le recordó a la de una anciana malvada de una vieja película llama “Blancanieves y los siete enanitos”. Hernán siguió caminando hasta que se vio en frente de la puerta del viejo hospital, con un ligero escalofrío tocó el picaporte y vio el hospital, estaba nuevo, la gente pasaba, con delantales blancos, el también tenía uno. Vino una señora y le dijo: Doctor Hernán hay cirugía en la sala 2. Se asustó y sacó la mano. Volvió en sí, asustado, con mucho miedo, pensó, tengo que hacerlo, es mi sueño, empujó la puerta y entró.
Vio que estaba todo sucio, con sangre, vio hongos y hasta ratas que iban y venían, estaba en frente del cartel que decía “Sala 2”, con curiosidad entró apuntando con el arma, como en “Bad Boys 2”, no había nada, solo un mueble y la camilla, abrió el cajón del mueble y tomó un bisturí oxidado, levantó el bisturí, ya no estaba oxidado, de vuelta vio todo nuevo, la misma señora de antes dijo: comencemos la cirugía. En la camilla había un cuerpo femenino, había que hacerle un trasplante de corazón, soltó el bisturí, todo volvió a ser normal, si se le podía llamar así. Salió corriendo con el arma en la mano, no encontraba la salida, la encontró, pero se había cerrado, miró por la ventanilla y pasó la anciana. En ese momento, Hernán sintió un escalofrío. La anciana le dijo: “vivirás con tu decisión por siempre, esto te pasa por no hacerme el transplante”. Sacó el arma para dispararle y la anciana desapareció.
Caminó por el pasillo, vacío y sucio, de repente, gente que iba y venía, todo nuevo, se cruza la señora y le dice, es tarde, la paciente ya MURIÓ.
No sabía qué hacer, en ese momento Hernán deseó volver al pasado. Corría por todo el hospital, vio una ventana, levantó la persiana y estaba tapada por ladrillos, una decepción terrible, no se dio por vencido, buscó salidas, estaban todas cerradas, sentía que no existía nada más en el mundo que ese hospital. Todo sucio, se sentó en la silla, en la sala de espera, y, estaba ahí y un nene quería algo de la máquina pero la madre no tenía monedas, él amablemente le dio monedas, y la madre del nene le dijo “te lo agradezco, algún día te devolveré el favor”.
Vio una sombra, salió corriendo y se pinchó el pie con una jeringa vieja, pero eso no lo detuvo, siguió renqueando, no sabía qué hacer, mientras corría se oían pasos atrás de él, veía charcos de sangre y hongos por todos lados, y como para no haberlos, era una ciudad muy húmeda. Hernán entró a la habitación de la secretaria y pasó la mamá del nene, - “mira como terminaste, recién salís de la cirugía y ahora estas acá en secretaria”
Salió de la habitación, Hernán estaba mareado, corrió tan mareado que se golpeó la cabeza con el matafuego, trató abrir los ojos, traumatizado, sólo vio la sombra acercándose.
Desesperado, llorando golpeaba fuerte la puerta, se lastimaba, pero no se le cruzaba nada más por la cabeza que salir, salía sangre, él pensaba en su familia, suspiro tras suspiro, logró abrir la puerta y fue tan fuerte el impulso que se tropezó al salir, y se golpeó la cabeza contra el suelo. Vio de vuelta la sombra. Despertó, estaba en el hospital de vuelta, la puerta estaba encadenada con un candado de códigos, estaban las cifras 1, 2, 3 y 4. Estuvo, ahí, tirado, por horas tratando de descifrar el código, tosiendo, gritaba, se había torcido el tobillo, trató de levantarse, vio una mano, escuchó a la misma señora de antes.
- Ven, yo te ayudo a levantarte.
- Bueno, pero ¿me podría decir la fecha?
- Si, secretario cirujano Hernán, jaja, es el quince de agosto, del dos mil cuarenta y nueve, pero usted ya lo debe saber.
- En realidad no, no entiendo
- Bueno yo tampoco lo entiendo, levántese
Hernán se levantó y estaba parado nuevamente. Con un enorme dolor, trataba de caminar, mientras pensaba en la forma de salir del viejo hospital abandonado, recordó sus sueños de ser cirujano. Lloró como un niño, pasó días y días comiendo de a poco una barrita de cereal y un jugo que tenía en su bolsillo.
Recordó películas que había visto, una para escapar de un hotel cerrado, se escapaba por la ventilación, intentó probar, pero era muy angosta y no entraba. En ese momento Hernán sintió una impotencia y una decepción terrible, su ilusión se había destrozado, completamente. Se sentó a pensar, horas y horas,  encontró un papel, aunque muy sucio, y una lapicera que apenas andaba, y se puso a escribir, uno por uno, todos las posibilidades, con 1, 2, 3 y 4.
Al fin terminó, pero el infierno aun no había acabado, ahora tendría que probar los códigos uno por uno. No había pasado mucho tiempo, pero parecían días, hasta que algo pasó, crack, se destrabó el candado, una felicidad enorme invadió el corazón de Hernán, por fin vería a su familia, y a sus amigos.
Abrió la puerta, corrió y corrió, cuando llegó a su casa y golpeó la puerta, su madre abrió, en ese momento, reinaba la felicidad en la cara de ambos, un grito rompió el silencio:
- ¡Hernán!
- Sí mamá.
- ¿Dónde has estado hijo mío?
- Es una historia larga, luego te cuento.
“¡Hernán llegó!”, gritaba su mamá. Todos sus familiares lo abrazaron y mimaron, se sentaron a la mesa. Hernán les contó todo, con lujo de detalles, pero nadie le creyó.
Hernán fue a la facultad de medicina y reprobó el trabajo.

martes, 4 de mayo de 2010

Recordarte (Por Sofía Lazarte)

Cada risa, cada lágrima, cada gesto, cada mirada;
cada suspiro, cada parpadeo, cada palabra,
cada silencio, cada movimiento que produce mi cuerpo
me recuerda a tí,
a tu sonrisa,
a tu mirada tan dulce.
Es cosa de escuchar una canción y recordarte,
es cosa de cada día, cada minuto, cada segundo.
Aunque suene muy cruel,
me hubiese gustado nunca conocerte.